Contenidos
- Su proceso de aceptación
- Scotiabank, aliado para su transición de género
- "Soy aún mejor porque soy muy feliz"
- “Me siento cómoda en Scotiabank”
Actualmente, Elizabeth Guerrero se desempeña como subdirectora de Inversiones en Scotiabank México, a sus treinta y tantos años nos cuenta que disfruta sus ratos libres relajándose a través de la meditación, la lectura, escritura y escuchando música. “Me gusta la tranquilidad, la mayor parte de mi día busco ese estado zen, siempre trato de mantener ese equilibrio. Una de las cosas que me ayuda a lograrlo es escribir, desde que inicié mi transición comencé a hacerlo, todas las ideas y situaciones que me han pasado las escribo, porque a veces no tienes con quién compartirlas. La escritura me ha ayudado a sentirme en paz”.
De unos años a la fecha comenzó a estudiar el Estoicismo, filosofía que diariamente lleva a la práctica tratando de “enfocarse en vivir el presente” y que también la ha ayudado a seguir adelante y a ser más resiliente. “También he aprendido que hay cosas que no puedo controlar y aceptarlo, saber que no todo está en mi control y ocuparme de lo que sí puedo cambiar”.
Su proceso de aceptación
Iniciamos la entrevista y Eli comienza a hablar con tal soltura y elocuencia que parece dar cátedra de oratoria. Es una mujer expresiva, no titubea, aunque no siempre fue así, confiesa que años atrás, antes de comenzar con su transición de género, era una persona retraída. “Ahora puedo hablar fácilmente en público, antes dudaba de hacerlo porque pensaba en que si me movía de tal o cual manera iba a parecer alguien que se supone no debía de ser. Hoy puedo relacionarme, hacer amigos, antes no podía ni interactuar, era muy complicado para mí, pero una vez que decides ser tú mismo o misma la vida te cambia, te sientes más feliz e incluso haces mejor tu trabajo”, sin embargo, para pensar así, tuvo que lidiar con otras ideas y situaciones en el pasado:
“Cuando cumplí los 30, fue cuando ya no pude más, necesitaba ser yo misma. En algún momento me imaginé mi futuro “con una vida tradicional” y reflexioné sobre cuándo iba a poder ser yo misma. Me di cuenta de que dependía de mí si quería hacer felices a los demás cumpliendo con sus creencias, con lo que se sintieran cómodos o podía actuar como quería. No podemos hacer felices a todas las personas”.
Eli recuerda que en ese momento no sabía qué era ser “transexual”, investigó y se identificó con lo que descubrió. “La parte psicológica… la liberación de las cadenas sociales fue lo que más me costó trabajo, porque salía a la calle y pensaba que era el foco de las miradas, que la gente me juzgaba por ser diferente, te sientes atacada en tu mente. Alguien me ayudó a quitarme las restricciones mentales, me dijo: “Para que puedas sentirte cómoda con los demás, solo diles ¡hola! y sonríe… ¿tan fácil? Yo me escondía de las personas, pero al poco tiempo lo comencé a hacer y fue el primer gran cambio que tuve. Me funcionó. La gente me trataba bien. Así fui rompiendo con las ideas que me limitaban”. Nos cuenta que el fallecimiento de su madre fue el punto de quiebre, “eso fue lo que me hizo darme cuenta de que tenía que ser feliz, olvidarme de lo que fueran a decir otras personas ajenas a mis seres queridos”.